Conspiranoico es una
palabra que no está en el diccionario español y que el traductor de Google no
podría interpretar. Es una contracción formada por las palabras conspiración y
paranoico. Es un término, un neologismo, parcialmente humorístico y también
–quizás- despectivo, para caracterizar a
los que ven conspiraciones por todas partes.
Pero, como las brujas,
que las hay, las hay.
¿Cómo es que un país
obligado por un tratado de paz humillante que no permitía, por ejemplo, que tuvieran aviones de combate, logró una
fuerza aérea numerosa y moderna? No solamente de dónde sacaron el dinero para
construirlos, sino cómo hicieron para sortear el compromiso que tenían con los
vencedores. ¿Quién les dio permiso para armarse y para qué? Los aviones no
estaban ocultos, fueron exhibidos en la Guerra Civil Española en 1937. Los primeros Messerschmitt Me 109 que ayudaron a Franco tenían motores Rolls Royce. ¿No
sabían los países Aliados qué pensaba Hitler?
Desde 1926, año en el que
se editó la segunda parte de Mein Kampf, nadie podía ignorarlo. En 1933 estaba
disponible en Gran Bretaña, con el título “My Struggle”, si bien era una
edición limitada de 250 páginas, contra las 800 que tenía el original. Pero los
poderosos no dependen, como el público en general, de una traducción comercial.
Tienen recursos como para entender una obra en lenguaje extranjero aunque no
haya sido traducida comercialmente todavía. Además estaban los discursos de
Hitler, que se iban acumulando con el correr del tiempo. No tienen excusa,
sabían a quien financiaban y a quien autorizaban a armarse. La banca y las empresas
internacionales no están dirigidas por ilusos o cándidos.
Veamos algunos tópicos.
No está todo por prudencia, hasta tener suficiente confirmación.
I. G. Farbenindustrie
AG, también llamada I. G. Farbenfabriken, (es la versión corta del nombre
Interessen-Gemeinschaft Farbenindustrie A. G.), fue un conglomerado de industrias
químicas alemanas fundado en 1925 como una fusión de compañías. Entre las más
importantes:
AGFA (Aktien-Gesellschaft
für Anilin-Fabrikation)
BASF (Badische Anilin und Soda Fabrik)
BAYER
CASSELLA (Cassella Farbwerke Mainkur)
CHEMISCHE FABRIK GRIESHEIM-ELEKTRON
CHEMISCHE FABRIK KALLE
En 1938, CHEMISCHE WERKE HÜLS
FARWERKE HOECHST
En 1941 una
investigación estadounidense corrió el velo ante una asociación entre la
Standard Oil de John D. Rockefeller y la empresa I. G. Farben. En la junta
directiva de Standard Oil había integrantes que también dirigían una
subsidiaria de I. G. Farben en Estados Unidos de América, entre ellos Walter
Teagle. El gigante químico alemán fue responsable del 60 % de los explosivos
usados por el ejército alemán y entre el 40 y el 50 % de la gasolina. Alemania
no tenía riquezas petroleras, aunque sí carbón. La industria química alemana
producía gasolina y caucho derivados del
carbón y también caucho sintético, pero la gasolina de aviación requería de un
alto octanaje y la que fabricaban era pobre. Standard Oil suministró a los
alemanes el secreto del tetraetil (tetraetilo de plomo), indispensable para
obtener el grado de octanos necesarios para las exigencias aeronáuticas.
Standard Oil transfirió la tecnología y proveyó tetraetil de sus reservas hasta
que los alemanes comenzaron a producirlo bajo licencia, además de apoyo
financiero para lograr los fines perseguidos por los germanos. La Luftwaffe no
podría haber funcionado sin ello. Estas investigaciones, realizadas cuando
Alemania estaba en guerra con los norteamericanos, fueron interrumpidas en su mayoría porque era
necesario que las industrias estadounidenses apoyaran el esfuerzo bélico del
país que las alojaba.
I. G. Farben fue la
única compañía alemana con campo de concentración propio. La empresa construyó
una planta de fabricación de caucho sintético y caucho a partir del carbón en
Auschwitz, que llegó a usar 83.000 obreros esclavos en 1944. El pesticida
Zyclon B, del cual I. G. Farben tenía la patente, fue utilizado para matar a
millones de judíos, eslavos y otros prisioneros. Este gas fue elaborado por
Degesch (Deutsche Gesellschaft für Schädlingsbekämpfung) empresa de la que I.
G. Farben poseía el 42,2 % de acciones. I. G. Farben tenía gerentes en el
comité director de Degesch.
La magnitud de los
crímenes cometidos por I. G. Farben hizo que los Aliados decidieran disolver el
consorcio durante los juicios de Núremberg. Los soviéticos se hicieron con la
mayor parte los activos de I. G. Farben en su zona de ocupación, como parte de
sus reparaciones de guerra. Del lado occidental, en cambio, recién en 1951
separaron a sus partes constituyentes. Las cuatro compañías más grandes, BASF,
Bayer, Hoechst y Agfa, adquirieron a las más pequeñas. Pero la realidad es que
I. G. Farben nunca se terminó de liquidar en Occidente y pudo mantenerse
económicamente gracias a sus posesiones en inmuebles. En 2001 la empresa
anunció que terminaría de ser liquidada en 2003, pero desde 2012 existe como
una corporación “en liquidación”. Esto se debe a los juicios que hay con
trabajadores esclavos sobrevivientes o sus derechohabientes.
Trece de los
veinticuatro directivos acusados en los juicios de Núremberg fueron condenados
de uno a ocho años de prisión, pero esto no impidió que algunos de ellos se
convirtieran en líderes de las empresas que se formaron de la sucesión de I. G.
Farben. Las principales empresas “hijas” de I. G Farben en la actualidad son:
AGFA, Bayer, BASF, Hoechst (hoy como parte de Sanofi) y Pellikan, que
suministró la tinta con la que tatuaban los números de identificación a los
prisioneros. Esas empresas heredaron la totalidad de las propiedades del
consorcio original, pero no las responsabilidades penales.
En Alemania existían
compañías fabricantes de materiales eléctricos que eran subsidiarias de la
General Electric estadounidense y Osram, con participación mayoritaria de
General Electric de E.E.U.U. Las diez plantas principales de General Electric
en Alemania jamás fueron bombardeadas, pese a que las partes eléctricas son
fundamentales para el funcionamiento de vehículos y fábricas. Las plantas
secundarias de General Electric sufrieron daños menores, como roturas de
ventanas y vidrios. En cambio, Siemens, que no tenía participación
estadounidense, sí fue bombardeada.
Es conocido que Henry
Ford simpatizaba con Hitler, por decir lo menos posible. En realidad, se
admiraban mutuamente y es el único ciudadano estadounidense mencionado en Mein
Kampf. Realizó numerosas donaciones de importantes sumas de dinero y también
tenía intereses industriales en Alemania. En 1938 recibió la Orden del Águila
de los nazis.
La planta de Ford en
Colonia, en la que el mismísimo Ford puso la piedra fundamental, no
fue bombardeada hasta después de 1944,
pese a que Colonia fue arrasada por los bombarderos. La fábrica en
Francia fue atacada, pero la alemana lo fue tardíamente.
No se quedó atrás su
competidor General Motors. Opel (General Motors de Alemania) fabricó el Opel
Blitz, camión militar sin el que hubiera sido imposible el traslado de tropas
de la Wehrmatch. También Opel hizo partes del fuselaje para los aviones Junkers
Ju-88. Su vice-presidente, James D. Mooney, recibe la Orden del Águila, la
máxima condecoración alemana para extranjeros.
Heinrich Himmler
utilizaba dinero proveniente de un fondo conocido como “Fondo Keppler” o “Fondo
Konto S”. Este dinero era utilizado para fines ilícitos por Himmler, como es
común en este tipo de organizaciones. La CIA, por ejemplo, obtiene su
“financiación negra” de la venta de heroína. Al no haber registros, no hay que
rendir cuentas; esto sirve cuando las misiones de la CIA son inconfesables. By
the way, los cuadros europeos de agentes de la CIA en 1947 se formaron con
prisioneros de la SS o de la Gestapo.
Más de la mitad de los depósitos en ese fondo
provenían de corporaciones estadounidenses. En 1933, por ejemplo, se
registraron aportes de Standard Oil, General Electric y de ITT (International
Telephone and Telegraph). En 1944, en plena guerra y con la participación de
Estados Unidos de América en ella, ITT realiza aportes a través de
Schöder, director de las subsidiarias de
la ITT en Alemania. Standard Oil lo hace a través de DAPAG, una empresa
satélite de Standard Oil.
En agosto de 1933
Hitler recibió por primera vez al teniente coronel Louis Richard Sosthenes
Behn, director general de ITT, y a su representante en Alemania, Henry Mann, en
Berchtesgaden. Behn pidió al asesor económico de Hitler, Wilhelm Keppler, que
le indicase hombres fiables para los nazis que pudieran formar los cuerpos
directivos de las empresas alemanas de la ITT. Keppler sugirió, entre otros, a
Kurt barón von Slhroeder, del Banco Stein, posteriormente general de la SS y el
principal proveedor de fondos para la Gestapo.
Slhroeder entró en el
directorio de SEG y posteriormente SEG y Lorenz logran contratos para la
fabricación de armas. En 1938 Lorenz adquiere el 25% de las acciones de
Focke-Wulf, fábrica de algunos de los más exitosos aviones de combate alemanes,
como el FW-190, excelente caza sólo superado con posterioridad por los aviones
Republic P-47D Thunderboldt y North American P-51 Mustang.
En la década del 60 ITT
cobra 27 millones de dólares como indemnización por los daños causados por los
bombardeos aliados a las fábricas alemanas con participación accionaria de la
ITT. Este acto de cinismo es aberrante. Pretender cobrar una indemnización por fabricar armas para el enemigo -y que
mataron a compatriotas- es inconcebible y menos si el director general de la
compañía es un oficial retirado del ejército. Si esto no es traición no sé qué
pueda serlo. Si las compañías de la ITT en Alemania hubieran sido expropiadas
por los nazis la responsabilidad sería diferente, pero no fue el caso. Lo que
sí debo aclarar es que Behn ya había fallecido cuando ITT cobró la indemnización.
Queda la duda si se hubiera atrevido en vida y el acto inicuo queda así para
sus sucesores.
También ITT se adueñó
de Huth and Company, G.m.b.H. de Berlín, que produjo componentes
de radios y radares que se usaban en los equipos de
la Wehrmacht.
Después del Anschluss con Austria, la empresa
austríaca de la ITT ,
CZEIJA-NISSL, fue puesta bajo control del Cuartel General de Berlín y fueron
expulsados todos los judíos, incluido el presidente, Frank Nissl. El gobierno alemán quería expropiar la empresa,
pero Behn se entrevistó con Hitler evitándolo.
Un importante papel en
el advenimiento de Hitler se debe a los préstamos Young. Owen Young era
presidente de General Electric y creó los préstamos que llevan su nombre, que
provocaron el colapso económico de 1933, haciendo posible que Hitler llegara al
poder.
Después de 1933
Standard Oil realiza préstamos para financiar el equipamiento para la
fabricación de gasolina de aviación.
Pero esto no es todo. Aún
fabricando gasolina sintética, a Alemania le hacía falta más combustible y
también aceite lubricante base. Barcos fletados
por Standard Oil con bandera panameña descargaban combustible a los submarinos
alemanes frente a las costas de España. También algunos mercantes burlaron el
bloqueo inglés y abastecieron a los alemanes en el continente.
Union Banking
Corporation (UBC) fue una corporación bancaria estadounidense que estaba
primariamente controlada por los Harriman y considerada una organización nazi.
Se estableció en 1924
con George Herbert Walker como presidente, su yerno Prescott Sheldon Bush (director y
vice-presidente, padre y abuelo de dos ex presidentes de Estados Unidos de
América) estuvo en el directorio desde 1934 hasta 1943, junto con E. Roland
Harriman, Harold D. Pennington, Johann D. Groeninger, H. J Kouwenhoven, Ray
Morris, E. S James y Cornelis Lievense.
Esta familia de
magnates ferroviarios era financista de Hitler y constituyeron el UBC para manejar
las inversiones nazis en EUA, para obtener financiamiento ilegal para Alemania
y para la transferencia ilegal de tecnología de nafta aeronáutica para la
Luftwaffe.
En el otoño de 1942 se
originó en el Congreso de Estados Unidos una investigación basada en el Acta de
comercio con el Enemigo (Trading with the Enemy Act). El 20 de octubre de 1942
se produjo la expropiación de los activos del UBC durante toda la guerra, como
consta en los Archivos Nacionales de Estados Unidos, Vesting Order número 248,
firmada por el custodio de propiedad extranjera Leo T. Crowley. Los activos del
UBC fueron posteriormente devueltos al UBC, que se disolvió en 1951.
Previamente, en agosto
de 1942, por Vesting Orden no. 126, firmada también por Crowley, fue expropiada
la primera propiedad administrada por Bush-Harriman: Hamburg-American Line.
A raíz del estudio de
los libros del banco, también se expropiaron las siguientes compañías:
Seamless Steel Equipment Corporation (Vesting
Order No. 259)
Holland-American Trading Corporation (Vesting
Order No. 261)
Silesian-American
Corporation
Otro banco holandés fue
Voor Handel Scheepvaart, asociado a la entidad crediticia norteamericana W. A. Harriman & Co., que era controlada
por Roland Harriman, hijo del magnate ferroviario estadounidense, y por
Prescott Bush. En 1931 gestionó un préstamo para el Partido Nacional Socialista
en el que intervino el magnate del acero Fritz Thyssen Bornemisza, quien
aportaba el capital de Hamburg-American Line y, al parecer, también del banco
holandés. Thyssen fue financista de Hitler hasta 1938. En 1939 emigró de
Alemania y fue opositor a Hitler.
Otras empresas estadounidenses que ayudaron a Hitler fueron:
Coca Cola
Metro Goldbyn Mayer
Otras empresas estadounidenses que ayudaron a Hitler fueron:
Coca Cola
Metro Goldbyn Mayer
Chase Manhattan Bank
Dow Chemical
Brown Brothers Harriman & Co
Woolworths
Alcoa
International Business Machines (IBM)
También hubo otras fuentes de financiación desde América como, por ejemplo, la triangulación de divisas a Suiza desde Argentina. https://elpais.com/america/internacional/2020-03-03/un-documento-oculto-durante-casi-80-anos-revela-la-ruta-del-dinero-nazi-desde-argentina.html
Dow Chemical
Brown Brothers Harriman & Co
Woolworths
Alcoa
International Business Machines (IBM)
También hubo otras fuentes de financiación desde América como, por ejemplo, la triangulación de divisas a Suiza desde Argentina. https://elpais.com/america/internacional/2020-03-03/un-documento-oculto-durante-casi-80-anos-revela-la-ruta-del-dinero-nazi-desde-argentina.html
Bibliografía
Sutton, Antony Cyril: Wall
Street y el ascenso de Hitler, versión en español online. Se recomienda verificar
con el libro en inglés.
Sutton, Antony Cyril: Wall Street and the Rise of Hitler,
Omnia Veritas Ltd., ISBN 9781911417798.
Anthony Sampson: El
estado Soberano de la ITT, Círculo de Lectores, 1975.
Sampson,Anthony: The Sovereign State of ITT, Hodder and Stoughton, 1973, ISBN 0-340-17195-2
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