Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos de América debía a la Argentina
3.500 millones de dólares estadounidenses. A su vez, el Reino Unido nos adeudaba el
equivalente a 2.500 millones de dólares. Ambas deudas reunidas y actualizadas llegarían
a la friolera de más de 70.000 millones de dólares si debieran pagarse hoy.
(Ellos también tienen inflación: 1.100 % en 71 años)
Ambas naciones anunciaron que no pagarían sus deudas y el Reino Unido la declaró
inconvertible. Esto perjudicó seriamente los intereses argentinos, porque el gobierno
pensaba pagar a Estados Unidos nuestras deudas por insumos industriales (las
industrias sustitutivas que se crearon durante la guerra) con la deuda que los
ingleses tenían con nosotros.
De pronto, el gobierno argentino se vio como un banco en el que la cartera de préstamos
se le volvió incobrable. En estas circunstancias se hizo lo posible por cobrar de alguna
manera. Los ferrocarriles, los trolebuses, fueron nacionalizados.
En ese contexto, Argentina compró cien aviones de caza a reacción Gloster Meteor Mk IV
y treinta y seis bombarderos pesados Avro Lincoln y Avro Lancaster. Los cazas a reacción
venían equipados con cuatro cañones de 20 mm, un armamento inexistente en
Sudamérica, para entonces.
Estados Unidos puso el grito en el cielo. El gobierno estadounidense no quería
que un país latinoamericano tuviese semejante armamento. Desde un primer momento
hizo todo lo posible para que la venta se anulara. Los ingleses argumentaron que ellos
necesitaban vender, por lo que sus socios pidieron que, en vez de cañones,
se pusiera en los aviones ametralladoras de 7,6962 mm. Nuestros técnicos y especialistas
demostraron que el avión no podía volar satisfactoriamente con estas armas y los
estadounidenses tuvieron que ceder para no perjudicar a los ingleses.
De esta forma, Argentina tuvo la Fuerza Aérea más poderosa de Latinoamérica en ese tiempo.
Para dejar las cosas claras: En el último y desesperado intento por recuperar el dominio
aéreo y evitar o retrasar la derrota, Alemania logró reunir 3.000 aviones de caza para
enfrentar a las formaciones aliadas. Esto da la pauta de las diferencias de escala que
hay entre los países sudamericanos y las grandes potencias industriales. Nosotros tuvimos
una armada aérea poderosa con cien cazas de primera línea, que resultan insignificantes
frente a los tres mil que reunió Alemania, destruida y perdiendo la guerra.
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