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El mito de la soberanía argentina

Por exigencia del Acuerdo Anglo-Argentino firmado en Madrid en 1990, hay una imposición británica de no colocar radares en la zona de la Patagonia Argentina, de forma que sea imposible alertar a nuestras fuerzas armadas de una invasión de nuestro espacio aéreo o de las costas en nuestro mar territorial.

Esta es una de las obligaciones que asumió la Argentina por el siniestro Acuerdo firmado por Domingo Cavallo, el 15 de febrero de 1990 en Madrid y publicado en las páginas 1 y 4 del diario La Nación, Buenos Aires, el 16 de febrero de 1990, refrendado por Carlos Menem, Carlos Ruckauf, León C. Arslanián y Guido Di Tella.

En el Anexo IV (referido a la Seguridad en la navegación) la Argentina se compromete, entre otras cosas más duras aún, a informar a las tropas inglesas de todos sus movimientos en el área, "Con el fin de identificar aeronaves en vuelo, en especial en la vecindad de las zonas costeras".

Este "Acuerdo", titulado "Declaración conjunta de las delegaciones de la Argentina y del Reino Unido" sirvió para transformar la Capitulación Argentina en Malvinas en la "Rendición Incondicional" de nuestro país ante el invasor británico. No lo designaron como Tratado para eludir  su tratamiento por el Congreso, por lo cual, lo convenido en éste no es obligatorio para la República Argentina.

Conforme a lo que establece el artículo 5, A, B y C de esta "Declaración Conjunta", los Británicos  se aseguran que nuestro país no tenga medios para volverse ni mínimamente peligroso militarmente. El documento le da una supremacía bélica total a Gran Bretaña sobre el territorio de nuestro país, pues les otorga el derecho de controlar todos los actos de las Fuerzas Armadas de la República Argentina.  Esto está tratado por el Dr. Julio González en su libro "Los tratados de paz de la Guerra de las Malvinas" (ahora agotado).

Para completar la entrega, Juan Domingo Cavallo, el 11 de diciembre de 1990, firma en Londres el Tratado Anglo-Argentino de Promoción y Protección de Inversiones, (Aprobado por todos los diputados y senadores de ambas cámaras con la única disidencia total del Diputado Nacional Luis Zamora) por el que los británicos cobran su "Botín de Guerra" y la Argentina entrega su soberanía económica y monetaria a Gran Bretaña.

Basándose en las disposiciones de dicho tratado, (según la información recopilada por el vice Comodoro Horacio Ricciardelli, ex combatiente en las Islas Malvinas) la Argentina permitió que dos mil empresas británicas radicadas en diferentes países (Canadá, Nueva Zelanda, Australia, Holanda, Francia y Estados Unidos de América; casi todas con sus casas centrales o matrices en Londres) no sólo se apoderen de toda la riqueza de la Argentina, sino que logren la quiebra de 108.000 empresas industriales, que se agregan a las 18.000 que habían desaparecido con Martínez de Hoz y las 40.000 que desaparecieron durante el gobierno de Raúl Alfonsín.

En otro escenario, la Fuerza Aérea Argentina fue la única institución militar que no firmó rendición, sino, "Alto el fuego" . No reciben repuestos para los aviones militares y deben canibalizar los más deteriorados para mantener en vuelo a los mejores. Ya no quedan aviones supersónicos y merma la cantidad de aviones sub-sónicos. El estado de cosas es de tal gravedad, que podemos decir que la Argentina no ejerce soberanía sobre su espacio aéreo. Hace poco tiempo detectaron un vuelo clandestino que atravesó 600 km de espacio aéreo argentino y no hubo medios para interceptarlo. Un avión comercial Lear-Jet vuela a 900 km/h, mientras que un Pucará lo hace a 500 km/h. Los Texan que compraron son lentos y casi no sirven para nada.

Otro avasallante tratado fue firmado por el infame traidor (y corrupto [1]) Bernardino Rivadavia. No solo nunca fue denunciado, sino que lo ratificaron dos veces. Por este tratado la Argentina no puede dejar de cumplir sus obligaciones financieras y comerciales con el Reino Unido, ni aún en guerra con ellos. Tampoco puede perjudicar los intereses Británicos ni de sus súbditos como, por ejemplo, embargar los bienes del enemigo. Por esa razón es que, en plena Guerra de Malvinas, seguimos pagando nuestras deudas a Inglaterra durante el conflicto. (Por ejemplo: los reaseguros se pagaron al Lloyds de Nueva York) Y pusimos guardia policial a las empresas e instituciones inglesas en nuestro país.

[1] El leonino préstamo de la Baring Brothers fue contratado por Rivadavia. Estuvo en Londres dos meses y pasó gastos por 6 mil libras. En ese entonces, seis mil libras representaban el acumulado de sueldos de un operario industrial durante setenta y dos años de trabajos (1). (Hoy sería, como mínimo, equivalente a U$S 1.500.000)


(1) Paga semanal de 32 chelines,  52 semanas por año, 1.664 chelines anuales, 83 libras 4 chelines anuales.


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